Tengo la crisis de los cuarenta desde que tengo
memoria, como parte de mi afición a vivir los problemas con gran antelación, así
me aseguro de sufrir antes, durante y después de que me surja cualquier
inconveniente. Y si no aparece el problema, me lo imagino, así me hago unos
largos en un baño de angustia gratuito y permanente o como diría Freud en una
carnicería: “ pongame usted un cuarto y mitad de neurosis, pero de la tierna,
que me tiene que llegar hasta el fin de mis días” y aunque me quedan 2 años
para alcanzar las 4 décadas ya empiezo a imaginarme el final de todo.
El otro dia me soñé subiendo las escaleras del
cuarto piso con un cartel en la entrada que decía “es demasiado tarde para
todo”. Mi pesadilla se completa con pensamientos sueltos que me susurran que
con 40 años una mujer no es deseable ni aunque se ponga un tanga con la
etiqueta “patrimonio de la humanidad” y tiene el cerebro como una milanesa de
menu de carretera,y no me refiero a una turista que se haya confundido pensando
que “Fonda el Piojos“ puede ser un lugar autóctono con encanto, sino al filete rebozado
con la elasticidad del hierro forjado, que se acompaña siempre con unas patatas
fritas que podrían narrar con todo detalle anécdotas de la primerra guerra
mundial.
Yo me siento estupenda, hasta con tipín y ganas de
hacer comenzar muchos caminos en la vida, porque el problema no es envejecer, ya que uno no se ve más mayor, a excepción de
la capacidad de digerir el alcohol, que con el tiempo comienza a transformarse
desde una entrañable resaca al dia después hasta la apocalisis de los órganos
vitales la mañana siguiente.
El problema es que los jóvenes ya te ven fuera de
órbita, y eso no estaba en mi plan de ruta. Empiezan por darte de usted de
manera aleatoria y acaban por preguntarte en el reparto de la leche si
necesitas ayuda para encontrar la de el extra calcio para los huesos osteoporosos.
Te sientes como un tapete de ganchillo, que tuvo su momento pero empieza a ser
incómodo y acaba en la caseta del perro para que se sacuda las pulgas.
Tratando de superar mi sempiterna crisis de los 40,
aquí os dejo todo mi repertorio de inseguridades, miedos anécdotas y otros artículos de coña, de
manera muy sutil, sin ser pueril.

Venga mujer, no me digas que no puedes encontrar ventajas en envejecer. Cada vez tienes más datos para componer la respuesta a la gran pregunta y lo que no puede ser es tener eso y a la vez veinte años.
Sólo siento que no podamos debatir más en persona.
Grande Teresa...